No está en el Camino de Santiago, aunque nos lleve también al ¨Centro¨ con la guía y compañía de las Ocas.
No lo custodian ya los ¨Caballeros del Templo¨...

Quizás una de las pocas ventajas de los artistas sea el lujo de poder prescindir, a menudo, de la razón. Aunque más que un lujo debería ser condición ineludible, para todo ¨sapiens¨, la carencia de esa facultad que nos aleja tanto de los animales.
Ya tenía yo la razón muy perdida cuando a principios del 2001 sufrí una serendipia, muy aguda por cierto, que me puso de patitas sobre la espiral del Juego de la Oca... Comenzó entonces una apasionante búsqueda llena de asombrosos e inquietantes hallazgos. Y también el reto de hacer un aguafuerte que estuviera técnicamente a la altura de un Juego tan antiguo y tan lleno, todavía, de tanto misterio.
Han pasado ya tres años desde que terminé el grabado, pero siento que la puerta que comunica con el otro lado ha quedado abierta.